Para dar cumplimiento a ciertas disposiciones canónicas, la custodia era inicialmente llevada en andas por sacerdotes. Tras suprimirse esa disposición, en el siglo XVII se ideó una carroza para las procesiones. En 1781 fue mejorada por otra que elaboró el maestro Miquélez cubierta exteriormente con una ornamentación barroca a base de tallas y paños bordados. Como curiosidad, la carroza cuenta se ideó un sencillo mecanismo basculante para que la Custodia permanezca en posición vertical, aunque la calle por donde circule sea una pendiente. Además de uso servidores externos delante y detrás de dicha carroza, revestidos con jubones y medias de color negro y pelucas de época, otros, desde el interior ayudan al desplazamiento. Cuando la Custodia permanece en el tesoro catedralicio para su contemplación, se sitúa sobre un rico pedestal barroco con cuatro ángeles portantes revestidos de ropajes dorados; el conjunto había sido encargado por el arzobispo infante Luis Antonio de Borbón, siendo elaborado en 1742 el platero Bargas Machuca, según trazas de Narciso Tomé