A cominezos del siglo XIII comienza a promoverse el deseo de venerar de modo singular el Cuerpo de Cristo más allá de la institución sacramental de la Eucaristía en la Última Cena, idea que se asigna a la beata belga, Juliana de Mont-Cornillón (1193-1258). La iniciativa de crear este nuevo homenaje místico con un culto y adoración diferenciada fue acogida favorablemente por el papa Urbano IV, encargándose al dominicio Tomás de Aquino (1225-1274) la confección de un ritual que fue conocido como Oficio y misa propia del Corpus Christi que incluía los textos e himos propios del día. En 1264 quedó institruida esta celebración de exaltación eucarística en el orbe católico.
En el Concilio de Vienne de 1311, Clemente V dictó las normas que regulaban el cortejo procesional que, inicialmente, tenía lugar en el interior de los templos.
La fiesta fue ganando relieve y grandeza con el paso del tiempo, anotándose las primeras procesiones, con el pan consagrado, por las calles de Roma en el papado de Nicolás V (1447-1455). El día fijado en el calendario litúrgico católico se concretó en el jueves siguiente al octavo domingo después del Domingo de Pascua o, lo que lo mismo, sesenta días después del domingo de Resurrección.
En la ciudad de Toledo, desde mediados del siglo XIV hay refrencias sobre esta celebración, para convertirse en en siglo XVI, en concreto, a partir de 1418, en una relevante jornada de gozo religioso, en la que intervenían las máximas representaciones eclesiásticas con todo el despliegue del rico cabildo catedralicio, además el gobierno de la ciudad, escribanos, las parroquias, hermanades y los gremios que rivalizaban en aportar los mejores medios para transformar la carrera procesional y dar culto a la Eucaristía.
Todo el legado que conforma la fiesta del Corpus Christi tiene pues, una singular expresión en Toledo con una procesión de marcada personalidad que enorgullece a sus participantes, atrae a numerosos visitantes cada año y queda para siempre en el recuerdo.
La celebración del Corpus de Toledo, representada en su máxima expresión por el cortejo procesional que discurre por las calles, fue declarada fiesta de Interés Turístico Internacional en 1980, considerándose la fecha de mayor calado de la ciudad con la reunión de cultos y actos diversos que se programan desde algunas semanas previas al día señalado en el calendario litúrgico.